miércoles, 19 de marzo de 2008

5° día: Cenotes Angelita y Taj-Mahal

Cenotes 'Angelita' y 'Taj Mahal': en ambos tenemos la inmensa fortuna de estar completamente solos. Angelita es una inmersión peculiar: se trata de un cenote de boca ancha y totalmente circular, que se va ensanchando ligeramente con la profundidad. A unos 24 metros hay algo parecido a un fondo de... ¿fango?, y un montículo de troncos y ramas, como una isla en medio de ese fondo. No sé, aquí hay algo raro... Conforme nos acercamos a ese fondo se va desdibujando, y toma la apariencia de un mar de nubes parduzcas: se trata de una capa de ácido sulfhídrico (creo recordar) de unos 2 metros de espesor proveniente de la descomposición de la materia orgánica que cae al cenote. Tras deshinchar el chaleco (para vencer la mayor densidad de lo que encontraremos ahí abajo) seguimos descendiendo y atravesamos la capa de ácido (visibilidad 1 m), y encontramos una bolsa de agua salada (nuevamente de mayor densidad) bastante oscura, ya que la nube que acabamos de atravesar deja pasar poca luz. Cuando nuestras pupilas se acomodan, encontramos un paisaje en blanco y negro, donde alguien ha robado el blanco…. Es decir, en negro y grises oscuros; según Vicente, una estética ‘Tim Burton’. Vemos la continuación del montículo ensanchándose con la profundidad, recubierto de troncos y ramas, y un techo nebuloso color pardo-verdoso que se abre y se cierra al paso de nuestras burbujas. Las paredes cilíndricas que delimitan el cenote sólo se ven si te acercas lo suficiente.

Se siente una gran placidez fruto del entorno y del nitrógeno; hemos superado los 40 metros, y no podemos llevar nuestros relojes más allá de donde la prudencia aconseja, así que nos despedimos del negro escenario y comenzamos una planificada ascensión. Para no quedar cautivos entre las dos masas de agua, dulce y salada,inflamos un poco nuestros chalecos y atravesamos de nuevo el ácido, viendo al compañero desaparecer y luego emerger al otro lado como del mismísimo averno, de un mundo de oscuridad de nuevo a la vida. Seguimos ascendiendo, hasta encontrar a 14 metros de profundidad dos oquedades en la pared que conforman la entrada y salida de un tunel. Tal y como nos dijo Vicente en el briefing, entramos por la de la izquierda, y tras un recorrido de no más de 10 metros aparecemos por la otra en lo que parece un balcón surrealista: de la parte superior cuelga un árbol boca abajo, y al asomarnos vemos el fondo nebuloso y el montículo que emerge, como un espectro, de lo profundo. Continuamos ascendiendo lentamente, describiendo círculos junto a la pared del cenote. En mi ordenador tengo programado un factor de seguridad adicional, que me marca una deco de 14 minutos, y Sara, tras dejar a Maite en superficie, nos acompaña en la larga espera (¡gracias, guapa!).

Cuando estamos añadiendo la parada de seguridad, Vicente me pregunta si he visto las almejas. ¿Almejas en un cenote? Este tío flipa, y no hemos bajado tanto…. Vale, ya entiendo, eso que me señala no se parece tanto a una 'almeja' sino a un 'cocodrilo'... Ahora pillo la seña... Es impresionante ver un cocodrilo desde el agua (mas aún si esperabas ver una almeja), 1 metro sobre tu cabeza... Lástima que por miedo a inundación Linda no ha bajado la cámara, porque hubiera sido un punto hacerle una foto desde esa perspectiva. Aunque no era grande, sin duda algún día lo será, así que los que no hayáis estado en el 'Angelita' y estéis pensando en ir, daros prisa...

Desmontamos equipos un poco en silencio, asimilando todavía aquello que hemos visto, y encontramos las pastillas de plomo ennegrecidas, completamente atacadas por el ácido.

Camino de 'Taj Mahal' paramos en Tulum a comernos unos tacos buenísimos. Durante el briefing, tras lo sucedido el día anterior en el cenote 'Dos Ojos', Vicente nos explica que cuando te deslumbran es costumbre de buena educación devolverles el saludo con un manotazo en la máscara, jejeje... La del cenote 'Taj Mahal', a mi gusto, la mejor inmersión de mi pinche vida. Lástima (o menos mal) que al comenzar la inmersión ví que había una gota de agua dentro de la caja estanca, y tuvimos que dejar la cámara en superficie. Encontramos el agua más limpia que he visto jamás. Su transparencia y quietud eran tales que desde fuera era imposible determinar dónde terminaba nuestro medio respirable y comenzaba el líquido elemento: increíble. Los distintos ojos por los que íbamos pasando tenían por superficie espejos perfectos que nos devolvían unas imágenes del fondo de perspectiva inversa y belleza indescriptible.

Al regresar a la salida todos nos quedamos haciendo una eterna parada de seguridad, que realmente era una remolona parada de despedida. No queríamos irnos de allí... especialmente los que ya no volveríamos a sumergirnos en tierras Mexicanas.

Magnífico grupo de buzos Vicente, Alejandro, Linda y Pepe

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